La misma que brilla en tus
labios
Y se esparce por las costuras
De las ganas de ponerte el mundo
del revés.
Y empezar por desordenar tu lado
de la cama.
Sacar de paseo al caos
Y que lo columpies entre los
hoyuelos de tu boca
y afines suspiros
Mientras sujetas un café sin
edulcorante.
Y luego te da por sonreír y yo
quiero quedarme a vivir
en el hueco de tus dientes,
Que muerdes con solo mirar.
Que miras con solo morder.
Y empezar a pensar en el arte
de
desabrocharnos las maneras
y crear bandas sonoras en tu
cuello
para sobrevivir dentro y fiera de tus sábanas.
Y luego amanece y te peinas los
miedos
con un cepillo de iones,
Y es como si jugaras al
escondite
con sobredosis de armonía
diluida
en trozos de post-it pegados en
tu piel
como necesidad de alejarse para
luego tener que volver.
Y siempre volver.