Yo solo quería jugar, cambiar los peones por reinas y oírte suspirar.
Puedo decir que atrapé el primer suspiro que salió de tu boca.
Y por el camino eché mano rápidamente a las primeras palabras que se me ocurrieron,
por inapropiadas, para retenerlo y que no se me escapase volando.
Yo solo quería bailar, pero luego llegó tu manera de sujetar la cerveza
y ,entonces, ya solo quería temblar, temblar calmando las ansias
de no querer no tocarte más allá de la mesura.
Y crearte una sinfonía cada noche.
Desnudabas la poesía como rutina,
y yo me moría de celos,
porque quería que me desnudaras a mí.
Luego esa extraña manía de hacer que las sábanas
se corriesen para luego echarle la culpa al temporal.
Que la lluvia se cuela entre tus brazos, para verte dormir.
Incertidumbre lo llaman algunos,
yo lo llamo olvidarse el tiempo
y perder las maneras dentro de tu cama,
que tu risa está más cuántica que nunca
y mis bragas no se atreven a contrariar la ley de la gravedad.
y ahora solo quiero seguir tus huellas,
hacer bucles con tu pelo en un concierto,
acurrucarme en tus caderas, y cuidarte.
Sobre todo cuidarte,sentirte tan dentro
que cualquier día pueda reventar, y no solo en tu cama.
¡Cómo no perder las maneras!
Si tu piel guarda los “quédate” y “no te vayas” más bonitos de Sevilla.
Y haces que todos los días sean viernes si tú quieres.