Caos transparente que atraviesa mis intestinos, que se para en la esquina de una habitación con trozos de abismo recompensado. Caos que se arrepiente de haber entrado camuflado entre espuma de cerveza, bebida a sorbos directamente de la botella. Caos que se endurece y adquiere forma, color, olor y cierta nota de suicido esperanzador. Por si nos toca dar el salto (in)mortal.
Caos exuberante, que se pasea por tus escenarios,que te desviste la memoria con la mirada y la maneja a su antojo para desempolvar verdades absolutas que un día se dejaron caer en el huracán de una inconsciencia comprada en un mercadillo barato.
Y ahora sonreímos a los extraños más cercanos, y decoramos castillos de orden aparente y portamos cintas de Möbius en las muñecas (las mías, decías, ¡eran tan finas y elegantes!).Y el caos se acurruca en mi tabaquera anatómica. Y empieza a llover fuerte. Pero tú no lo oyes porque por dentro llueve más.
"El misterio es que no hay ningún misterio”.
Encontrar lo olvidado en piezas de otras derrotas.