Cambiar la ubicación de las cosas es mi forma de subestimar a la incertidumbre que viene para quedarse, que llega y no se va, simpatizando con tu boca, casi rozando la locura, rompiendo distancias de seguridad para que no quede más remedio que silenciar los momentos de cordura nitrogenada a base de aforismos tatuados en un discurso de caderas, en el que hubo un tiempo en el que ardían.
Y es que a veces se nos olvida que las sábanas no están hechas para mojarlas con lágrimas.
Y es que a veces se nos olvida que las sábanas no están hechas para mojarlas con lágrimas.