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Menú del día.

Desintegrábamos átomos con la mirada.Y si todo estallaba, yo me enganchaba a tu cuello y con la punta del croissant cambiábamos de dirección. Siempre decías que tenía obsesión por Berlín, pero lo cierto es que me hubiese conformado con cualquier sitio que tuviera ascensor.Para lamernos mejor.Luego vinieron las escaleras para subir,las escaleras para bajar,las películas sin palomitas,las sábanas ordenadas y los cafés sin cafeína.

Lo que más me gustaba de ti es que siempre venías con el postre incluido.