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A mí me gustan olímpicas.


Un lunes te levantas por la mañana antes de que suene el despertador y te quedas pensando que, quizás, si te hubieras quedado esos minutos en la cama antes de que sonara, habrían cambiado tus ganas de levantarte.
A lo mejor solo te levantaste porque vino a modo de recuerdo, que a ti en otro tiempo, te daban muchos besos.
Y que a día de hoy, también te los dan. 


No todo es coleccionar. Puede que te guste reunir los mensajes de "no fumar" de los paquetes de tabaco, o coleccionar las cajas de todos los tipos de café solubles que han pasado por tu balda de la cocina, pero los besos no se pueden coleccionar, porque son translúcidos y fundibles a temperatura corporal. Lo malo, es que algunos sueltan substancias corrosivas para él.Le envían mensajes subliminales a frecuencias que superan el régimen estacionario tan rápidamente que hacen que se acelere, que sientas un deseo incontrolable de lanzarte al vacío sin pensar en las consecuencias.
A lo mejor te estrellas, o no.

A veces pica, pero no puedes rascarte el corazón.
Lo mejor, es que nunca sabrás si lo que te espera abajo es un duro asfalto o una piscina.
Que sea olímpica, por favor.


No todo es afán de ir por delante,de llegar antes que nadie,de estar adelantado dos pasos más que la persona que va a preguntarte que por qué ayer no dormiste sola.
Y es que un día te levantas, subes la persiana hasta arriba y piensas que todo es posible,que las posibilidades están ahí y que cualquier cosa, por pequeña que sea su probabilidad, es predecible.
Pero esta vez no vas a usar el teorema de la probabilidad total, esta vez vas a usar el teorema del aquí y ahora.


O la causalidad existe, o nos hemos vuelto todos jodidamente nihilistas.