Era fácil hacer como si nada hubiera pasado.
Demasiado fácil.
Quizás no entendía por qué ahora había un punto de retorno.
Recogió todos sus discos esparcidos sobre la mesa,esa mesa que durante un par de días había aguantado el peso del desorden y de la desidia que traen consigo los días de navidad, y sacó del fondo de lo más alto del armario esa caja roja, esa que tenía dentro de sí muchos recuerdos hoy inaccesibles ya.
Ahora era como si quisiera acceder a una zona alta de memoria sin puntero a puntero. Había perdido la dirección.
Era de las pocas cosas que guardaba de aquello de lo que apenas se acordaba. Quizás lo bueno fue enterrado por lo malo y su mente había recurrido al olvido para curar las heridas. Sin embargo, hoy le gustaba la idea de irse con ella de viaje. Un viaje que habría sido inpensable años atrás.
Los paisajes, la gente, las maletas y el aire anglosajón podrían hacer de rehab.
Aunque lo mejor de ese viaje sin duda, sería la compañía.
Y eso le daba miedo, mucho miedo.
